Tarde de Juegos

La tienda no era un sitio tan malo y Ren sabía que pudo haber caído en un sitio peor. La verdad es que siempre estuvo tentada a escribirle a los hombres que la vendieron para preguntarles en burla si en verdad pensaron que la iba a pasar mal. Comparado con una prisión, la Lemon Land Shop más asemejaba un hotel de lujo. Por supuesto que estaba aquel detalle de no salir, pero eso a ella no le interesaba mucho. Las calles, los centros comerciales, las tiendas… nada le llamaba la atención. No desde la muerte de Charles. El otro detalle era lo de ser vendida, pero eso también la tenía sin cuidado. Su crimen le había ganado una reputación tan nefasta que probablemente sería la única que se quedaría sin comprador.

-Y luego te venderán al mercado negro.- Aquel pensamiento no era agradable, pero era una posibilidad. La joven apretó los labios y por unos momentos una expresión seria se dibujó en su rostro. Pero rápidamente la hizo desvanecer para sustituirla con una animada sonrisa.

Ren caminaba presurosa y en la punta de sus pies descalzos, con la misma gracia de una bailarina entrenada. Sus pisadas no producían sonido alguno, sin embargo ella se encargada de hacer ruido cada vez que se aproximaba a las habitaciones. -¿Dónde están, pequeñuelos? Si los llego a atrapar, les juro que no los dejaré respirar de tantas cosquillas que les haré.- Repetía cada vez que abría una puerta o armario. Por las tardes tenía la costumbre de jugar con los esclavos más pequeños y aquel día eligieron el escondite como método de entretenimiento.

Ren podía escuchar las risitas y los pasos apresurados de los chiquillos. Les estaba pisando los talones, sin embargo les daba tiempo para escapar y esconderse en nuevos lugares. La felina llegó a la sala y encontró un individuo ya conocido sentado por su cuenta. Decidió darles tiempo a los niños para que se escondieran y se regodearan de lo buenos que eran para evadirla, por lo tanto tomó un descanso para sentarse junto al joven. –Un caramelo por tus pensamientos.- Le dijo, para sacarlo de su ensimismamiento.