Residencia Scarlet

Un apartamento pequeño a las afueras.

Exterior:

Sala:

Dormitorio:

Cocina:

Baño:

Había llegado por fín a casa. Abrí la puerta y todo estaba a oscuras y en silencio, como siempre, como me la encontraba cada día después de volver de trabajar.
Escuché a Otoya detrás de mí y sonreí. Ya no estaría sola, alguien me estaría esperando. Me regañé por pensar en eso, no debía encariñarme, porque cuando él se fuera... todo sería mucho más dificil.

-Es un apartamento pequeño... - dije dejando su guitarra y sus cosas apoyadas en la pared.

Me giré para mirarlo con una sonrisa radiante. Lo cogíde la mano y le indiqué dónde estaba todo. ''Aquí está la cocina", "Y aquí el baño", "El salón"
Me excusé por el desorden y vi como la nevera estaba practicamente vacía. Siempre comía comida instantanea porque no tenía tiempo para cocinar, supongo que ahora tendré que cambiar eso.

-Solo hay un dormitorio, pero yo puedo dormir en el sofá. - le regalé una sonrisa radiante.

Dejando sus cosas en aquel rincón del piso, miro con sus ojos rojizos cada rincón del lugar, le gustaba, era acogedor y cómodo, ademas de que olía a Erza por todas partes y se podía notar el calorcito y el cariño que desprendía la pelirroja, rió levemente al escucharla disculparse, mientras que toma su mano en un mini tour, sin duda aquella mujer le gustaba cada vez mas, agarro su mano con algo de fuerza haciendo que se detuviera, alzo una ceja divertido al escuchar lo que ella decía, dormir en el sofá, esa mujer no sabía lo que le venía encima.

-Y yo que pensaba que serías buenas y dormirías conmigo cada noche, aun que presiento que dormir sería lo que menos hariamos, mi querida Erza...


Se acercó a sus labios, su tiempo se había acabado, los beso con necesidad y pasión, mordiéndolos, lamiendo los, succionandolos, marcandolos por todos lados como algo de su exclusiva propiedad, la agarro de la cadera pegandola a él, hasta no sentirla totalmente suya no se sentiría satisfecho, no sentiría que la necesidad de hacerla suya se calmaba, dejo sus labios, quizás por ansiedad, quizás por gusto, bajo por su cuello, en leves jadeos, besos y mordiscos, necesitaba mas de la piel de aquella mujer, le partió la camisa, los botones volaron, ya se lo arreglaría, ahora solo quería lamer y marcar mas de aquella exquisita piel-

El color de mi rostro no tuvo nada que envidiarle al de mi cabello cuando semejante palabras salieron de sus labios. Dios mio ¿Esto es en serio? Pero... Yo siempre he sido la clase mujer a la que no se le suele acercar los hombres, y menos después de ver a mi hermana. Y a pesar de eso, él, este dios griego caído el mismisimo Olimpo para darme semidioses... ¡Esa no es la cuestión! Esto no es correcto, él se irá, y será mucho más doloroso. Además, está a mi cargo, esto no es lo que se hace con los pacientes.

Quise detenerlo, decirle que esto no estaba bien. Aunque tengo que reconocer que lo mandé todo a la mierda cuando sentí semejante beso. Esos labios eran mi recién descubierta debilidad, sucumbía a ellos irremediablemente.
No sé cuántas veces suspiré contra sus labios.

Rodeé su cuello con los brazos y ladeé la cabeza dejándole más fácil acceso a mí cuello.
No sé cuántas veces jadeé bajo sus caricias.

Sentí como se cargaba mi camisa sin la menor consideración.

-¡Oye! - me quejé. -¿Qué estás... - y cualquier palabra murió cuando siguió besando y lamiendo mi cuerpo.

A la mierda lo correcto, ¡Lo quiero para mí sola! A la mierda los miedos ¡Quiero sentirlo sobre mi cuerpo! A la mierda todo, él es mío, yo lo ví primero.

Le gustaba ver que dentro de la fiereza de la inspectora de policía Erza Scarlet había tambien alguien sumisa como la que estaba contemplando ahora, agarrada a su cuello, dejándolo expuesto para él, suya y solo suya, una sonrisa marco sus labios al escuchar su protesta, lastima que daba igual lo que dijera, estaba perdido en el éxtasis que suponía besar, marcas y lamer su blanca piel, casi era adictivo,sus dedos se colaron por su falda, le resultaba ciertamente molesta, no le gustaba, se perdía academia, como si nunca hubiera hecho aquello, como si lo necesitara, como si dependiera de ello...

-No lo entiendo...como puedo...¿como puedo necesitar tanto esto?, nunca he besado esta piel....pero sin embargo la necesito, nunca he tocado esto...pero quiero hacerlo...¿en qué me estas convirtiendo Erza Scarlet?

Sus manos abandonan su cuerpo, se siente como un niño que ha tocado algo que no debía, pero que le ha encanto, se jura a si mismo ser mas dulce con ella,la carga en brazos como si no pesara nada, la lleva a la habitación, si iba a tener aquella mujer tan especial, tenía que hacerlo bien, y no dejarse llevar por todo eso que ella le provocaba.

Suspiré en su oreja algo que sonó como su nombre al sentir sus manos y sus besos.
Esuché sus palabras no sin antes soltar un quejido por haber detenido sus caricias. Noté como me levantaba como si yo no fuer más pesada que una pluma. Sonreí. Iba listo si después de provocarme este calentón iba a dejarle bajar a el ritmo.

Cuando llegamos al dormitorio, me solté de su agarre, y con una sonrisa pícara y socarrona puse una mano en su pecho y lo empujé sobre la cama, la que tenía a las espaldas.

Me quité los zapatos, me solté el pelo. Me senté a horcajadas sobre su cadera, mi vista bajaba de sus ojos a sus labios. Puestos ahí como el mejor de los manjares, esperándo a que yo les hincara el diente.

-No entiendo como, sin haber tocado este cuerpo antes... - colé la mano bajo su camiseta, rozando sus abdominales con suavidad. -... sin haber besado esta piel antes... - besé su cuello con hambre. -... puedo desearte tanto... - susurré contra su oído.

Porque así era, no lo conocía desde hace más de unas horas. Pero eso ahora no importaba, él ya no es un paciente, yo ya no soy la "Inspectora de policía", él es Otoya Ittoki y yo Erza Scarlet, él es un hombre y yo una mujer.

Un movimiento y ha caido en la cama, ahora es él el que se siente vulnerable, a sus caricias, a su tacto, como si fuera un niño esperando a que lo malo pasara, aun que eso no era tan malo, en verdad era bastante bueno, nota lo que hace, los zapatos, el pelo, se muerde el labio, aquella mujer es puro fuego, pura pasión le gusta, se sienta sobre el, acaricia su espalda , desnuda, le gusta el tacto de su piel, es como adictivo, nota lo que hace, no puede evitar mirar al techo y suspirar, se muerde el labio, el tacto de esa mujer le quemaba.

- Es algo extraño, pero nos pasa a los dos...¿el destino quizas?, es divertido...me gusta...no puedo evitarlo, no quiero apartar mis manos de ti...

Un leve sonrojo se apodera de su rostro, ella es tan condenadamente atrayente, intenta calmarse, pensar con calma y estar con ella, pero ella parece trastornale, no dejarle actuar con normalidad, es raro, pero todo lo esta siendo, va muy rapido, pero aun asi parece no preocuparles, pero aun asi sigue pensando, ¿que pasara cuando eso acabe?

Mordí su oreja colando las manos bajo su camisa y acariciando su piel. Me estoy comportando de una forma tan impropia... pero no importa, creo que nunca me ha importado.
Me alejé para poder quitarle la camisa sin hacerle daño en la espalda. Me mordí el labio ante la visión de su cuerpo así, expuesto, para mí, solo para mí.

-No las apartes... - susurré antes de buscar sus labios otra vez. Eran adictivos, cada vez que los probaba quería más.

Me quité la camisa blanca que llevaba puesta, vaporosa y de botones, botones que el mismo hombre al que besaba había hecho saltar momentos antes. Vi su sonrojo y no pude evitar sino comérmelo entero. La ropa me quemaba, ahora estaba descubriendo lo que de verdad significaba desear a una persona.
Pasé las manos por su cuello y me estiré en la cama, arrastrándolo a que se pusiera sobre mí. Él tenía la espalda herida, así que me tocaba estar debajo. ¿Y para qué negarlo? Adoraba sentir su cuerpo sobre el mío.

Se estremecio al notar lo que hizo, casi se sentía como un muñeco bajo sus manos, se sentía a su merced, como si ella dijera y el se limitara a asentir, se dejo quitar la camisa, y se quedo expuesto, se mostro asi el tatuaje, la cruz y el, se sonrojo aun mas si podía, aquella mujer no solo lo desvestia con la mirada, si no que lo excitaba con ella,se sentía casi como si aquella fuera su primera vez, cuando no lo era.

-Si eso d-desea mi ama... SU voz sono en un leve susurro, como si fuera un pequeño animalito o sirviente, esperando a que ella disponiera del para lo que fuera, se dejo besar, correspondiendole con cariño, aquella mujer conseguiría volverle loco.

Se quito la camisa que el había roto un poco, de solo recordarlo aparto la mirada aun sonrojado, se había dejado llevar en exceso, aun asi la miraba de reojo, algo timido, pero a la vez absorto, ella le acaricia y el siente como todo le tiembla, entonces el acaba encima , acaricia su rostro aun sonrojado y apenado le dice- E-eza esto no e-esta bien, a-acabamos de conocernos...p-pero....y-yo quiero

Verlo sonrojado era extasiante. Era como un pequeño animalito al cuidar y mimar, despertaba en mi mí lado más protector. Me mordí el labio inconscientemente.
Estaba descubriendo una nueva faceta de mí. Y no era así, no era temeraria, no pensaba con el corazón y no con la cabeza, no me dejaba llevar por mis deseos, no era tan fogosa... Quizá solo Otoya podía sacar este lado de mí, transformarme en alguien temerario, irracional y pasional.

Su ama... como desearía serlo de verdad, que fuera mío para siempre, que se quedara a mi lado.

-Eso deseo... - susurré y mi tono fue mucho mas sensual de lo que quería.

Esa repentina timidez, sus sonrojos, su voz y su sonrisa, sus ojos, su cabello y su olor, todo él me volvía loca. ¿En qué me estaba convirtiendo?
Sentí como algo tocaba mi pecho y reparé en que tenía un rosario colgando del cuello. Quise preguntar si era creyente, pero quizá podía resultarle incomodo, no quería estropear esto.

Miré esos ojo escarlatas otra vez, y no tardaron más que escasos segundos en volver a absorberme. Me perdí en ellos. Era mágico, atrayente.

-Lo sé... - lo sé perfectamente, no está bien, no es correcto, no lo conozco, mi cerebro no para de gritarmelo. -Pero el corazón ha superado a la razón. - le dediqué una sonrisa que hacía mucho que nadie veía; una sonrisa de felicidad absoluta.

Fue en este momento donde la libertad me resultó tangible... Donde pude correr y volar, donde pude aprender y enseñar... Donde pude pensar con claridad y descubrirme de nuevo a mí misma.

No sabía porque se comportaba así, dios, nunca le había pasado, normalmente era su lado oscuro el que tomaba las riendas en cosas así, aquello era cierto, pero esta vez el condenado no quería salir, quería dejar que la pelirroja recorriera su cuerpo, cada fibra quería que la pelirroja siguiera con sus caricias, con sus besos, con su tacto, y eso no le hacía ni la mas minima gracia, se sentía tan vulnerable ante ella que casi le daba miedo, ¿en qué lo estaba convirtiendo esta mujer?, suspiro levemente intentando calmarse, intentando mirarle a los ojos y no perderse en ellos, imposible, definitivamente imposible

-Te deseo Erza...te deseo mucho-Fue un leve susurro, pero podía haberlo escuchado con tranquilidad, sus palabras estaban dichas con dulzura, cargadas de un miedo que no sabía porque sentía, ¿Era quizás porque aquello no parecía simple sexo, y parecía algo mas?

-Tengo miedo a entregarte mi corazón en esta noche...¿Cómo es eso posible? quiero que seas mi ama...tu y solo tu...¿esta bien si pido un deseo tan egoista?-Fue entonces cuando se dio cuenta de sus palabras y agacho la mirada, avergonzado , sonrojado, se aparto un poco de ella, quizás estaba pidiendo demasiado, quizás ella solo lo vía como la diversión de una noche

Nunca había creído en que algún tipo Dios podía regir la simple y mundana vida. Nunca había creído en la suerte, ni en las coincidencias, ni en el destino. Nunca había creído en el amor a primera o vista o en el amor que dura toda la vida. Pero ahora empecé a plantearme esas pequeñas cosas que a pesar de parecer carentes de importancia, daban sentido a nuestra vida. Me planteé si de verdad había alguien allí arriba, si la suerte, o la coincidencia, o el destino me habían reunido con él. Empecé a plantearme mis propios sentimientos y a preguntarme si había caído enamorada del hombre que acababa de conocer.

Sus palabras llegaron a mis oidos y reblandecieron mi maltratado corazón. Lo miré con un nudo en el pecho e hice que me mirara.

-Desde el momento que te ví, noté ese aura que te rodea, que impulsa a las personas de tu aleredor a crecer. Supe que no podría dejarte solo, y que no soportaría estar alejada de tí. Puedes llamarme estúpida o temeraría, pero a pesar de que no hay nada que me de más miedo que entregarte esa parte de mí que sé que puedes romper... - cogí su mano y la llevé a mi pecho. -Siento que vale la pena, porque avanzado es como se gana ¿No? - sonreí con cariño.

Ya estaba demasiado implicada con él.

-Así que me parece bien. - lo abracé temblorosa. Estaba aterrorizada de enamorarme de él. -Pero prometeme que no te irás, prometemelo.

Si alguien le contaba eso, nunca podría creerselo, no le era posible, nunca había sentido algo tan fuerte por alguien, un sentimiento que le quemaba el pecho, que le ardia el alma, era algo tan intenso, que juraba que nunca lo había sentido antes, ¿Era eso amor?, ¿Era posible?, ¿acaso la mujer que tenía delante era una hechicera y había embrujado su corazon?, ¿ o era cupido el que comenzaba a jugar con sus ilusiones?, no lo entendía, le daba miedo no entenderlo, pero sabía que en temas del corazón nada se entendía, que era mejor simplemente dejarse llevar.

Se acomodó mejor encima de ella, a horcajadas, poniendo una pierna a cada lado de ella, acorralandola bajo él, le gustaba aquella sensación, snetir que ella, aun que quisiera, no podría escapar del, aun que realmente sentía, que no querria hacerlo.

-Eso suena a que me viste como un pequeño gato abandonado que necesita amor, aun que contigo cerca me siento así, necesitado, es raro, nunca me ha afectado la soledad, pero sin ti cerca, es como si me hiriera demasiado...apenas había pasado unos minutos contigo, otros pocos sin ti, y ya sentia que a mi lado faltaba algo...o mejor dicho alguien.-Agarró la mano de ella e hizo lo mismo, se sonrojo sin poder evitarlo y el latido de su corazón se disparo, aparto la mirada, sus ojos brillaban de forma tierna, no podía negar que todo aquello era nuevo para él.

-Nunca me apartaré de tu lado, lo prometo, tendrá que venir el mismo satanás o el mismo Dios , para lograr que me aleje si quiera de ti un poco....-la abrazo y comenzó a acariciar su espalda- no vas a volver a estar sola, Erza...nunca mas

¿Se estaba enamorando del él? ¿O ya lo había estado desde un principio? Me carcajeé en mi mente. Si me hubieran dicho tan solo un día antes que acabaría enamorada de un chico que acabo de conocer, le habría diparado en la pierna y no hubiera obligado a caminar.
No quería enamorarme, duele demasiado. Sin embargo, dudaba que ya pudiera escoger.

Sentí como quedaba atrapada entre su cuerpo y el colchón y todos los poros de mi cuerpo reaccionaron ante el contacto.
¿Gato abandonado? Hice un infantil puchero haciendome la ofendida. Nunca había pensado en él como si fuera una simple mascota.
Me mordí el labio ante sus palabras. Nunca nadie me había dicho algo así.
Sentí como los latidos de su corazón se disparaban y al verlo sonrojado quise comermelo entero. Una risita melodiosa se escapó de mis labios.

-Que mono~ - alargué la última letra.

Lo miré con los ojos estúpidamente cristalizados. Cada palabra la decía con tanta convicción que no podía hacer otra cosa que creerle. Asentí mordiendome el labio. Una escalofio me recorrió de pies a cabeza al sentir sus manos en mi espalda. Besé sus labios con cuidado, lentitud y cariño. Demostrándole todos esos sentimientos que él había despertado en mi.

-¿Qué hacemos ahora Erza?, ¿nos doblegamos ante este sentimiento?, ¿nos dejamos llevar por esta pasión?, dime Erza, mi ama...¿qué es lo que deseas que haga?, seré tu humilde siervo, cumpliré todos tus deseos, siempre y cuando pueda permanecer a tu lado...-La soledad que había sentido al ser expulsado del cielo había sido tanta, que ahora que la había perdido no quería recuperarla, no quería estar solo, no cuando en vez de estar solo, podía estar con una persona tan maravillosa como Erza, quería estar a su lado, costara lo que le costara-

-Si Dios...quiso que esto fuera así, que me echaran del cielo, que pasara tanto tiempo solo, que me maldijeran con aquella soledad tan grande, solo para conocerte, solo...para bajar a este mundo y verte...yo, me doy por mas que satisfecho...-Solo una frase pasaba por su mente, solo una, que se repetía una y otra vez, Erza Scarlet, ¿en qué me estas convirtiendo?

Se sonroj mas si podía, mono...no era mono, nego levemente ante aquella afirmacion,mona, hermosa, perfecta, esa era ella, acaricio su espalda y saco una de sus manos para acariciar su rostro, mientras que bajaba por este en suaves caricias, le mataba cuando ella ponía aquella expresion, cuando se mordia el labio y le miraba tan fijamente, le correspondió al beso casi con necesidad, queriendo enseñarle, cuan fuerte era el efecto de ella en él.

Qué hacemos ahora... Gran pregunta. Sonreí contra sus labios antes de separarme en busca de aire. Apoyé mi frente en la suya y sonreí. Y por una vez dejé que mi corazón dicatara la sentencia. No podía, ni quería alejarme de él, no podía, ni quería negar toda esta oleada de sentimiendo que me están abrumando.
Y aunque me aterrorizaba la idea de volver a salir con el corazón roto, yo no era una combarde.

-Yo apuesto por la jugada arriesgada. - susurré.

Quería jugarmela, porque sin arriesgar no se gana.

Dejé que su voz inundara la habitación. Me acerqué a sus labos y deposité un corto beso sobre ellos.
Giré y lo dejé atrapado bajo mi cuerpo y el colchón. Era muy blanducho, así que no se haría daño en la espalda. Le sonreí con ternura, perdiéndome en sus ojos por un instante.

-Lo único que deseo... - me incliné sobre él, acortando la distacia. -... es que sonrías cuando estés contento, que llores cuando estés triste y grites cuando estés enfadado. - besé sus labios. -Deseo que pienses con esto... - puse una mano en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón. -... y con esto. - le dí un toquecito en la frente. Reí con suavidad. -Tan solo deseo que seas tu mismo. - volí a besarlo. -Que esta noche sea solo el principio... - besé su mandibula. -... que te quedes conmigo.

Bajé por su cuello, besándolo, mordiéndolo y lamiéndolo. Así que era un ángel, de ahí el rosario. Había oído cuan hermosos eran, lo atrayentes que resultaban para todas las criaturas terrenales, pero nunca me había encontrado con ninguno. Nunca hasta ahora. Sonreí contra su cuello. Todo lo que decían era cierto.

Lo miré mordiéndome el labio.

-Permiteme ser egoísta, como lo somos todos de naturaleza humana. - aunque yo no era del todo humana. -Me alegro de que hayas venido aquí.

No sabía que hacer, sinceramente, su corazón nunca había latido asi de fuerte, su mente nunca había estado tan en blanco como en aquel momento, nunca había deseado a alguien así, nunca había querido perderse en alguien como estaba pasando en aquel momento nunca había mirado a alguien fijamente a los ojos, y había pensado que moriria feliz si podía pasarse toda la vida mirando aquellos orbes castaños, sinceramente tenía miedo, pero...¿no era aquello parte de aquel sentimiento?.

-No me importa perder el corazón, si eres tu la que se lo acaba quedando...-Una leve sonrisa pinto sus labios, era cierto, quisiera o no, su corazón le pertenecía a Erza Scarlet.

Dejo que lo besara, mientras aun la abraza, cuando de pronto noto como le daba la vuelta, las heridas no le dolían demasiado, ademas el colchón era blanco, no tenía tiempo de pensar en el dolor, no cuando Erza estaba con el, acariciaba sus piernas levemente, con cariño, mientras que le sonreía con cariño.

-Erza...-su nombre salió en un susurro, cuando noto como se acercaba a él acortando las distancias, una de sus manos dejaron su pierna y acariciaron su rostro escuchándola, el no pudo evitar sonreír con ternura, correspondió aquel beso, escuchando uno por uno los deseos de su ama,aquellos deseos que cumpliría con sumo gusto con cada uno de los deseos de su ama, observando casi como cautivado todo lo que le decía, y hacía, cada uno de sus gestos, cerro los ojos dejándose llevar.-Sus deseos son ordenes, mi ama...

Siguió con las caricias en sus piernas, subiendo por su cintura, jugando con ella mientras que se dejaba hacer, un leve quejido salio de sus labios ante los lamidas y los mordiscos, aquella mujer conseguiría volverlo loco, lo peor es que aquella locura prometía gustarle y hacerle desear cada vez mas y mas.

-Puedes ser tan egoísta como quieras, estoy aquí para cumplir cada una de tus peticiones, seré tu esclavo, tu siervo, tu mas humilde servidor, siempre y cuando pagues mis servicios, quedándote a mi lado...-sonrio levemente, beso su cuello, dejandole una leve marca en este, jugando con levedad, para sonreir- A mi tambien me alegra..creeme